En 1999, el antropólogo David
Stoll, experto en Guatemala,
publicó un libro llamado
I, Rigoberta Menchú and
the Story of All Poor Guatemalans
(‘Yo, Rigoberta Menchú,
y la historia de todos los pobres
guatemaltecos’), donde sostenía
que una parte de la biografía
de Menchú es falsa o está distorsionada.
Según Stoll se habrían alterado o
exagerado elementos de su vida,
para hacer ver que la familia Menchú
era una luchadora de los derechos
sociales. Por ejemplo: el gobierno
de Guatemala entregó un lote de
tierra a su padre, Vicente Menchú
habría colaborado con las fuerzas
de paz de los Estados Unidos; su
familia no habría estado en condiciones
de esclavitud en las grandes
plantaciones de café; Rigoberta
Menchú no estuvo presente cuando
su hermano fue quemado vivo
en medio de una plaza; etc.
Se sospechó rápidamente de la
antropóloga que grabó las declaraciones
de Rigoberta en París y
que transformó sus historias en
libro. Elisabeth Burgos era la esposa
de Régis Debray, el marxista
francés que teorizó que, en su lucha
revolucionaria, Latinoamérica
podía seguir el camino precursor
de la guerrilla establecido por Fidel
Castro y el Che Guevara en Cuba.
La promoción del libro de Rigoberta y Elisabeth en Cuba no disipó la
sospecha de que éste velaba más
por la guerrilla que por los campesinos.
Las luchas intestinas que
dividieron a los vecinos de Rigoberta
se marginaron de la historia,
haciendo que la lucha armada sonara
como una reacción inevitable
a la opresión, en un momento en
que los mayas estaban desesperados
por escapar a la violencia. Me
llamo Rigoberta Menchú se volvió
un medio de movilizar apoyo
externo para una insurgencia
herida que se batía en retirada.
Luego de la derrota de principios
de los 80, los cabecillas terroristas
huyeron o permanecieron en el extranjero.
Aparte de unas cuantas
columnas guerrilleras aisladas,
la Unión Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG) apenas
contaba para su lucha con el simbolismo
de los muertos, lo que
lograba resultados más inmediatos
ante las audiencias extranjeras
que en su propio país.
Vista la situación desde cierta
distancia, la sangre exculpaba a
las organizaciones guerrilleras
que tanto habían contribuido a
su derramamiento. Los comandantes
de la URNG no estaban
dispuestos a admitir que habían
sido derrotados. Pero después
del retorno de Guatemala a
un gobierno civil en 1986, fueron
conscientes de que negociar era
su única esperanza, y la batalla
para esto se tenía que librar
en la arena internacional. Puesto
que el ejército no veía razón alguna para negociar con un
oponente tan débil, la URNG necesitaba un apoyo externo que
compensara la falta de apoyo
en el propio país. Ahí residía la
importancia de la historia de Rigoberta,
que podía ser utilizada
para convertir una revolución
muerta en un movimiento campesino,
una guerra de guerrillas
en una reivindicación de derechos
humanos, y una derrota
estratégica en un reconocimiento
diplomático en el extranjero. |